A dos años del fin de su mandato, pide a los priistas dar un plus y vigilar que se hagan bien las cosas.
El pasado 30 de junio, se cumplieron cuatro años del triunfo del priista Rolando Zapata Bello para la gubernatura del estado de Yucatán. En el marco de esa celebración, ayer sesionó de manera extraordinaria el Consejo Político Estatal del PRI.
Vale la pena, hacer un análisis de las palabras del líder político del PRI en Yucatán, pero sobre todo valdría más aún, que los aludidos, pongan manos a la obra, dicho coloquialmente, al que le venga el saco que se lo ponga.
Rolando dejó muy claro, que sabe lo que pasa en el interior de su gobierno, que sabe que muchos ya colgaron la toalla por estar en la recta final, e inteligentemente, puso en manos de todos los presentes el destino político del PRI. Si se perdieran las elecciones del 2018, la responsabilidad sería de todos.
-No podemos conformarnos o cansarnos en el cuarto, quinto o sexto año de gobierno, no podemos bajar en ritmo ni en el crecimiento económico, ni en la creación de empleo, ni en ninguna otra área, dijo.
Habló de renovarse, y estar a la altura de las expectativas del momento histórico que vive la política nacional y en ese sentido, hizo un llamado a no quedarse de brazos cruzados ni a pensar que el mandato es eterno.
Dijo que la militancia entera, desde el funcionario público, el representante popular, hasta el jefe de manzana, deben convertirse en una Contraloría Política, una figura que planteó como una forma de vigilar que se destierren prepotencias de las oficinas de gobierno, así como la soberbia y las ineficiencias de los funcionarios.
– Al funcionario que asigna recursos y que sea militante le toca vigilar con convicción democrática el pago correcto, transparente, legal.
-Cada priísta, dijo, debe ser un verdadero contralor de lo que hace su gobierno, del gobierno que surgió de su partido; porque un gobierno que hace bien las cosas, que es honesto, eficiente, que cambia y mejora vidas es la única carta que realmente vale a la hora de pedir a la gente que renueve –con su voto- su confianza en nosotros.
El discurso, cimbró, fue sorpresivo, pero a la vez muy claro, sin rodeos, el silencio era sepulcral, y no pocos, tragaron saliva cuando dijo que había que pegar el oído a la tierra: “de nada sirven los jefes que solo saben dar órdenes, porque se sienten dueños de la verdad absoluta y no escuchar, de nada sirven los jefes en la comodidad del mando o en el abuso del mando”.
También hizo referencia a la unidad que se requiere para las próximas elecciones y dio luz verde a los aspirantes a la silla gubernamental, luz verde pero sin caer en la desesperación, sino haciendo bien la tarea que les corresponde y sin caer en atropellamientos a otros legítimos aspirantes.
Cerró con la palabra optimismo, optimismo en el futuro.
No habló ni de triunfalismos ni de pesimismo, esos calificativos, dijo son para los necios y soberbios; y los perezosos y negligentes.
Las palabras con las que empezó su discurso, de tranquilidad y motivación para que cada funcionario cumpla su tarea, quedó haciendo eco.
Por Teresa Chan
Foto tomada del Facebook.