Apenas llegó el Presidente Peña Nieto al País y el discurso terminante del gobierno sobre el conflicto magisterial  no sólo cambió, sino que cesó abruptamente; al menos hasta ayer. Ni una palabra más; vaya, inclusive, policías federales fueron retirados del perímetro del cerco magisterial en Oaxaca.

Antes de iniciar el fin de semana todo indicaba que el conflicto en Oaxaca y Chiapas concluiría en enfrentamiento. Para el secretario de Gobernación, la situación había llegado al límite y el tiempo se había agotado.

Miguel Osorio Chong fue categórico: “En breve se estarán tomando las decisiones para permitir el tránsito en vías estratégicas y el abastecimiento de las comunidades”.

Pero llegó el lunes y el responsable de la política interior y de la seguridad nacional desterró al magisterio de su discurso, habló de los cárteles de la droga y prometió que la Gendarmería vigilará  la carretera México-Querétaro para evitar más violaciones en autobuses. Como si el conflicto en Oaxaca y Chiapas ya no existiera.

Mientras tanto, la CNTE seguía en el juego del gato y el ratón, pero sin tanta intensidad como en la semana anterior; eso sí, bloqueando aquí, desbloqueado allá y bloqueando una vez más lo que ya había desbloqueado, adosando estos movimientos relampagueantes con plantones en la Ciudad de México y nuevas amenazas, en Chiapas, de derramamiento de sangre.

¿Qué ocurrió entre el viernes y el lunes?

¿Hay negociaciones secretas entre el gobierno y la CNTE para que Oaxaca y Chiapas recuperen la libertad perdida en la semana anterior o la autoridad está a la espera del regreso, a su país, del Presidente de Italia, Sergio Mattarella, para meter en orden a los profesores porque no sería políticamente correcto ofrecerle un espectáculo que nadie quiere?

¿Será, tal vez, que se  ha apostado a  la muerte de la movilización por agotamiento?

No hay forma de averiguarlo, ni bases para especular, porque nadie acierta a dar, siquiera, una pista de lo que el gobierno decidió hacer a partir del arribo del Presidente Peña Nieto. Lo único indiscutible es que en las primeras 72 horas posteriores al agotamiento del tiempo, parece que el reloj gubernamental tiene más de 24 horas.

Quien aprovecha el tiempo es José Antonio Meade, que, con la ayuda de la Fuerza Aérea Mexicana, continúa burlando los bloqueos y ha logrado abastecer a las tiendas de Diconsa   al 99 por ciento, sobre todo de maíz.

Gracias al secretario de Desarrollo Social, los oaxaqueños tienen 15 días para seguir resistiendo con tlayudas, tortillas, enchiladas, chilaquiles, tamales o pozole, el estado de sitio a que lo ha sometido la CNTE; y el secretario de Gobernación contará con 2 semanas para seguir estirando las manecillas de su reloj.

Para ser sinceros, la  postura gubernamental de inicio de semana  ha sorprendido a quienes pensamos que no habría otra solución al conflicto más que la interpretada a Osorio Chong cuando habló de límites y agotamiento del tiempo.

“Para el Gobierno de la República no hay opción; se trata de regresar la tranquilidad a las y los millones de ciudadanos que lo exigen y, por derecho, lo merecen, y así lo vamos a hacer…

“…Se ha agotado el tiempo… Muchas comunidades y miles de familias de Oaxaca y Chiapas se encuentran en una situación crítica”.

Pues bien, parece que con sus 178 toneladas de alimentos, Meade consiguió el milagro de dar a todos un poco más de tiempo.

Por lo pronto, el abastecimiento temporal a las comunidades se cumplió, aunque persiste el bloqueo intermitente a las carreteras.

Fuente: Impacto