Los hidrocarburos ocupan un lugar central por la paralización productiva de China, motor de la economía mundial
Si bien la humanidad ha padecido varias pandemias a través de toda su historia, lo inédito del coronavirus COVID-19, es su expansión vertiginosa y exponencial de manera global, donde el mundo entero presencia sus estragos fatales en tiempo real.
Es este contexto, los hidrocarburos ocupan un lugar central por la paralización productiva de China, país que es motor de la economía mundial, donde apareció el primer brote, en la ciudad de Wuhan, lo cual ocasionó una interrupción en los canales de suministro de la economía mundial.
Expertos prevén que la economía del gigante asiático se desplome de 6.3 por ciento a 1% durante el primer trimestre del año. Esto va a provocar la disminución de sus importaciones de petróleo, cuyo consumo por día es de casi 14 millones de barriles, lo mismo que consumen en conjunto países como Alemania, Francia, Inglaterra, Japón, Corea del Sur, España e Italia.
Se calcula que la disminución del consumo de hidrocarburos a escala mundial va a ser de aproximadamente 20 por ciento menos en 2020.
Aunado a la guerra de precios protagonizada por Arabia Saudita y Rusia, el valor de la mezcla mexicana de petróleo crudo de exportación, que a inicios de 2020 oscilaba entre 56 y 59 dólares, el lunes negro del 9 de marzo se desplomó hasta los 24.43 dólares.
Aunque tuvo una leve recuperación en las siguientes jornadas, el día 12 del mismo mes la cotización descendió para situarse en 23.58
De manera paradójica, el 18 de marzo, aniversario de la Expropiación Petrolera, se derrumbó hasta los 14.54 dólares, su menor nivel desde 2018, para situarse el pasado viernes en 15.78 dólares por barril.
Ante los efectos que esto va a traer para la economía y finanzas nacionales, escenario que se agrava por el alza del dólar, es necesario un plan económico de contingencia, que en su vertiente energética, nos permita, una vez superada la crisis sanitaria, retomar el rumbo de la manera más rápida posible.
Mientras tanto, no hay tiempo que perder, de forma inmediata se tienen que tomar decisiones para darle un respiro al sector energético y a las finanzas nacionales en general; por ejemplo, se podrían concluir los acuerdos de unificación entre Pemex y Talos Energy, por el mega yacimiento Zama, que ambas petroleras comparten.
Se estima su potencial de desarrollo en 800 millones de barriles de petróleo recuperable, donde el criterio que debe prevalecer es quién de las partes está en la mejor posición de iniciar las labores de producción, con base en las leyes mexicanas, las capacidades técnicas, financieras, así como las evidencias de los trabajos de exploración realizados por la petrolera privada, donde ha invertido 12 mil millones de pesos.
En las actuales circunstancias, no se puede seguir retrasando el
desarrollo de un campo que aportaría el 20 por ciento de toda la producción
nacional, por las divisas que representa para el erario, derivado de
las regalías de 80 por ciento de las ganancias de la empresa privada, las
cuales se estiman en 30 billones de dólares para el Estado mexicano en 30 años.