Las castañas, ese fruto seco que solo tiene protagonismo durante el invierno debería ser un alimento obligatorio en la dieta. ¿Por qué? Son de los pocos frutos secos que menos calorías aportan (tienen la mitad que las avellanas, las nueces o las almendras), siendo un tentempié perfecto para comer a media mañana (calman el apetito), por la tarde o incluso como salsa o guarnición en la comida o en la cena. Una tentación permitida que, además, ayudan a reducir el agotamiento y a disminuir los problemas relacionados con el insomnio.
Además ser una fuente de hierro, minerales y fósforo, las castañas tienen muchísima vitamina B. Eso significa que son buenas para la piel, para controlar la temida piel de naranja (celulitis). Aunque por pereza muchos optan en comerlas crudas (y mira que son más difíciles de pelar) son peores de asimilar, ya que provocan más gases que si se consumen hervidas o asadas. Sin embargo, muchas tiendas gourmet las venden a modo de puré, en almíbar o en formato de miel.
Nosotros hemos fichado éstas para nuestras próximas recetas.
- Puré de castañas, de Petra Mora.
- Castañas en almíbar, de Club del Gourmet El Corte Inglés.
- Miel ecológica de eucalipto, castaño y brezo, de Olaya.