La Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que una de cada personas padece alguna forma de enfermedad renal. Este problema no solo afecta la calidad de vida, sino que también predispone a otras enfermedades como anemia, desnutrición, problemas cardiovasculares, diabetes e hipertensión, entre otras.

En México, según datos de la Secretaría de Salud federal, la prevalencia de enfermedad renal es del 12.2%, con una tasa de mortalidad de 51 defunciones por cada 100 mil habitantes.

Este problema no distingue edad, género o estatus social, y tiene un gran impacto económico debido a las incapacidades prematuras y la carga que representa para los sistemas de salud, destaca el experto universitario Joel Bucio Rodríguez con motivo del Día Mundial del Riñón.

La insuficiencia renal aguda, que afecta al 15-16% de los pacientes hospitalizados, puede evolucionar hacia una insuficiencia renal crónica si no se trata adecuadamente.

El riñón es responsable de filtrar la sangre, eliminar toxinas y reabsorber agua. Cuando no funciona correctamente, se retienen líquidos y se acumulan sustancias tóxicas en la sangre, como la urea y la creatinina.

 

La detección temprana de problemas renales es sencilla y se puede realizar mediante análisis de sangre para medir los niveles de creatinina, análisis de orina y ultrasonidos. Sin embargo, la mayoría de los casos se diagnostican cuando la enfermedad está avanzada, lo que requiere tratamientos más costosos y complejos.

El sistema de salud pública de México no puede hacer frente a los costos asociados con el tratamiento de enfermedades renales avanzadas, lo que deja a muchos pacientes sin acceso adecuado a la atención médica necesaria.

El Día Mundial del Riñón, establecido en 2006, tiene como objetivo crear conciencia sobre la enfermedad renal crónica y la importancia de la prevención y el diagnóstico temprano. Se conmemora el segundo jueves de cada marzo.

Después del corazón y junto con el hígado, el riñón es uno de los órganos más cruciales para nuestra salud.