CANNES, 21 de mayo.- La ración anual de escándalo en el Festival de Cannes la sirvió hoy un viejo conocido en esas lides, el franco-argentino Gaspar Noé, que presentó una insulsa historia de amor en 3D sin mucho espacio para la imaginación ni las sutilezas.
Anticipada como una película “melopornográfica” y proyectada fuera de competición, Love despertó sobre todo indiferencia entre los espectadores, aunque antes, para conseguir entrar en la sala, había habido hasta puñetazos por conseguir una butaca.
Tanta expectación se fue rápido por el sumidero: mucho sexo explícito y poco diálogo de enjundia para una historia de amor entre jóvenes a los que les gusta mucho experimentar, pero no tanto los compromisos de la vida adulta.
El franco-argentino, acostumbrado a epatar en Cannes como hizo con sus anteriores Irreversible (2002) y Enter The Void (2009), demuestra desde la elección del nombre de sus personajes la vocación autobiográfica que encierra el filme.
Todos los hombres que aparecen responden a los nombres y apellidos del cineasta: Gaspar, Julio, Noé y Murphy.
Este último (Karl Glusman) es un estadunidense que vive en París con la joven Omi (Klara Kristin) y con su hijo, cuando, el día de Año Nuevo, recibe una preocupante llamada de la madre de su ex novia, Electra (Aomi Muyock).
En forma de flashback, Murphy recorre a lo largo del día la memoria de los dos fogosos años que compartió con Electra y las rencillas que la pasión abrió en ellos.
“Quería filmar la dimensión orgánica del estado de enamoramiento”, teorizó el realizador en la comparecencia ante los medios posterior al pase para la prensa.
El factor común de la humanidad
Más prosaico, se justificó así ante las preguntas de los periodistas: “Todo el mundo ha follado en su vida, ¿no? Es un punto en común que nos une a todos…”.
Y aunque se le ha colgado rápidamente el cartel de provocadora, Noé negó que hubiese “la menor transgresión” en la película, o al menos, “nada que no hayamos visto en otra parte antes”.
Ni siquiera consideró transgresor el primer plano de la eyaculación tridimensional de Murphy sobre la audiencia, que levantó (para irse) a varios espectadores de sus asientos.
Tan solo el protagonista era actor profesional antes de la película. A sus dos acompañantes femeninas en el triángulo amoroso las encontró el director en una fiesta y en una discoteca, respectivamente.
El sexo explícito ya es omnipresente
Ante las previsibles trabas que encontrará el filme para ser distribuido en salas comerciales en países con censura, el director animó, en este caso a un periodista de la India, a que sus compatriotas tomen el avión y viajen a París para verla, “como hacía mucha gente en los años setenta para ver Emmanuelle“.
“Esta película nunca podría haberse hecho en Estados Unidos, por eso trajimos a los actores de Estados Unidos aquí”, bromeó Noé, en una rueda de prensa algo tensa, en la que agregó que “las secuencias de sexo explícito ya están por todas partes, no podemos luchar contra lo que el mundo se ha convertido”.
Insistió el polémico realizador en que, al fin y al cabo, “Love no es más que una película, que tiene la finalidad de representar qué es estar enamorado, y que está llena de verdad”.
Verdad o mentira, el recibimiento en Cannes fue exactamente opuesto a la temperatura de la película, que será distribuida de forma reducida en salas europeas y estadunidenses, aunque prevé hacer la mayor parte de su recorrido a través del vod (video bajo demandada).
Prohibida en Francia para menores de 16 años, los productores anunciaron que será presentada en “50 o 60 salas a partir de julio”, mientras que también llegará en 3D a “unas 25 salas” de Estados Unidos.