Empieza a mirar más allá del espejo. Deja de enfadarte contigo misma por la grasa de tus muslos o por las arrugas de tu rostro. Eres mucho más que eso.
“No soy feliz como soy”. “Tengo un cuerpo que no me gusta”. “No me veo bien”. “Detesto mis dientes, mi pecho, mis caderas”. “Tengo mucho kilos de más”. “Desde el embarazo no he recuperado la figura”. “Nunca me acerco a los demás”. “Tengo miedo de que me juzguen”. “Todos mis amigos tienen pareja menos yo…”.
¿Te suena esto? Es el diálogo que habitualmente mantenemos con nuestro yo en el espejo. Es una especie de autosabotaje que genera y regenera los sentimientos de inseguridad más cruentos que existen, esos que merman nuestra autoestima y que sacrifican el amor propio.
Nos encanta machacarnos mentalmente pensando en qué es lo que no nos gusta pero, sin embargo, dedicamos poco tiempo a dos cosas: a tener en cuenta lo que nos gusta y a trabajar en querernos de manera completa.
Sabiendo esto, quiero te pares a pensar en qué es lo que te gusta de ti. Quizás son tus ojos, tu pelo, tu bondad, tu incondicionalidad… Es prácticamente seguro que te decantarás más por aspectos relacionados con tu interior, con tu alma, antes que por cuestiones meramente físicas.
¿Por qué lo tienes tan claro? Porque en la belleza interior no hay cánones impuestos por la sociedad, porque cada uno tenemos nuestros valores y nuestra manera de concebir a una buena persona.
De esta manera, no nos vemos sometidos a juzgar en base a unos criterios externos, sino a los que nosotros mismos hemos forjado. Además, al ser algo tan propio, nos permitimos ser mucho más flexibles, pues solo depende de nosotros; esto nos sirve para contemplarlo como una opinión y no como una verdad absoluta.
Hay vida después del espejo
Somos mucho más de lo que creemos que somos. Nuestro interior encierra en sí mismo mucho más de lo que puede llegar a comprender.
Puede que tu cuerpo esté lleno de estrías, que te sobren kilos o que te falten, que no puedas ponerle freno a tus arrugas o que tus senos no sean tan voluminosos como te gustaría.
Sin embargo, tu cuerpo no es tu enemigo. Eres tú a través de tus pensamientos quien se enfrenta a él y quien acaba convenciéndole de que debe odiarse por una u otra razón.
No te imaginas lo que te pierdes por no mirar más allá del espejo. Comprometes tu bienestar cada vez que huyes de observarte, de explorarte o de reconocerte en tu figura, en tu cuerpo de mujer.
No, no eres lo que una crema anti-edad hace por ti. Eres el amor por cada rincón de tu cuerpo, eres tú comprendiendo que si ahí hay celulitis es por algo, que has librado veinte mil batallas y sabiendo que lo importante es mantenerse sano y gustarse.
No estás a salvo contigo misma si cada vez que te miras al espejo te regañas por la grasa de tus muslos, por tener poco glúteo, por los rollitos de tu espalda o por las arrugas de tu rostro.
Tienes que crear un espacio interno seguro para tu cuerpo en vez de castigarte y humillarte.
Tienes que mimarlo, tratarlo con cariño, comprenderlo y cuidarlo. No lo castigues y humilles más, porque no existe salud física sin salud emocional, ni viceversa.
Tu cuerpo imperfecto te hace real
“No hay mujer más inteligente que la que sabe hacerse respetar. No hay mujer más bella que la que tiene un gran corazón. No hay mujer más fuerte que la que cree en sí misma. No hay mujer más admirable que la que tiene dignidad. No hay mujer más elegante que la que es una dama. No hay mujer más sana que la realmente se conoce. No hay mujer más feliz que la que se sabe valorar”.
La mujer perfecta existe y está dentro de ti. No busques encajar en un molde de revista, pues cada cual es dueño de su propia silueta. No quieras encajar en un rompecabezas que te impide ser la mujer que quieras ser. Hazte consciente del milagro de la vida y del privilegio que te otorga.
La curva más bonita de tu cuerpo es tu sonrisa. No permitas que nadie dicte sentencia de tu valía personal en función de tu rostro, de tu silueta o de tu cabello comercial. Disfruta de lo que tu cuerpo te ofrece porque tienes todo el derecho a vivir y a ser feliz siendo tú misma, sin máscaras o sentimientos de culpa.
Ten el coraje de ser y de sentirte libre. Elige tu camino y vence tus miedos y temores. Asume siempre las consecuencias de tus actos. Mantén siempre presentes aquellas satisfacciones que te permitan seguir sonriéndole a la vida con intensidad.
Eres única, irrepetible e irreemplazable, por eso recuerda que en ti hay una luz luchando por mantenerse encendida.
En tu interior hay mucho para dar. Tienes millones de abrazos guardados para quien amas. Nadie puede lastimarte si no se lo permites. Ni siquiera tú puedes hacerlo si no le das carta blanca al autosabotaje y al menosprecio para que hagan de las suyas.
“Haz las paces con tu cuerpo y olvídate de esa guerra que mantienes con tu peso y con tu talla. Tu valía depende de ti y de tu disfrute, no de tener más o menos curvas o unas arrugas un poco marcadas”.
La llave de la belleza está dentro de los ojos con los que te mires, y solo tú puedes sentirte hermosa por dentro y por fuera. Recuerda que, como Saint-Exupèry escribió en nuestro amado Principito, “solo se ve bien con el corazón, pues lo esencial es invisible a los ojos”.