Hablamos de un esquema que, en otro tiempo, pudo justificarse dada la realidad nacional prevaleciente.

A la vista ya la otra orilla del proceso electoral en marcha, nada parece ser más predecible que la inminente restauración del bipartidismo entre el Partido Revolucionario Institucional (PRI) y el Partido Acción Nacional (PAN) que por décadas caracterizó al sistema a causa, fundamentalmente, de la profunda división de la izquierda partidista y, más, de la caída en vertical de las preferencias por la opción “institucionalizada”, representada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD) controlado hoy por Los Chuchos y el no-perredista jefe de Gobierno capitalino, Miguel Ángel Mancera.

Ello, más la inclusión “en la parte media de la tabla”, del debutante Movimiento Regeneración Nacional (Morena), institucionalizado ya como partido nacional redundará, como advertimos aquí mismo, en la redefinición del mapa político que, entre otras novedades, podría implicar la desaparición de opciones hasta ahora de escasa o nula representatividad, como el Partido del Trabajo (PT) y Movimiento Ciudadano (MC), aún cuando este último podría, merced a la incorporación de políticos “de aquí y deallá..” —Manuel Espino Barrientos, Fernando Elizondo, María Elena Nena Orrantes López y Enrique Alfaro Ramírez, entre otros— dar el campanazo y mantener el registro.

A la vista lo anterior, más el relativo fortalecimiento, vía las  alianzas pactadas, del Verde Ecologista de México (PVEM) y Nueva Alianza (Panal), insistamos, no hace más que reforzar la hipótesis de una eventual recomposición del bipartidismo de otro tiempo que, en mayor o menor medida, dejó en manos de priistas (más aliados) y panistas, la mayoría de las posiciones en la Cámara de Diputados —“entre 65% y 75%”, según diversos sondeos y analistas— y, pulverizadas entre tres o cuatro formaciones, dos de ellas de izquierda y confrontadas, el resto.

Hablamos de un esquema bipartidista que, si bien en otro tiempo pudo justificarse dada la realidad nacional prevaleciente, hoy parece llamado a fracasar en un país que, cual es el caso de México, asumió como propia la opción de la pluralidad donde las izquierdas, desde la formal legalización del otrora clandestino Partido Comunista Mexicano (PCM) y más recientemente, hace poco más de 25 años, de la opción perredista son un actor relevante que no sólo ganó la capital de la República y otras posiciones a nivel estatal y/o municipal sino que, incluso, obtuvo por méritos propios, un lugar en la mesa de negociaciones de las más importantes reformas e iniciativas.

Restablecer el bipartidismo que se anuncia, entonces, no parecería constituir la mejor de las noticias para el país, aún cuando, y esto hay que dejarlo claro, se adivine ya, con la irrupción de Morena en el panorama nacional, el advenimiento de una nueva fuerza representativa de esta corriente puesto que, no, al menos, en el cortísimo plazo, se ve que la formación liderada por el polémico Andrés Manuel López Obrador pueda desplazar, al extremo de hacerla desaparecer, a la opción que hoy representa el sol azteca.

ASTERISCOS

* Justo reconocimiento a la labor desarrollada en Durango capital, la designación del alcalde Esteban Villegas Villarreal como nuevo presidente de la Federación Nacional de Municipios de México (Fenamm) Zona Norte, en el marco del encuentro de la Conamm, la recién constituida Conferencia Nacional de Municipios de México en la que el titular de la Secretaría de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong explicó que, más allá de las urnas, los ediles de las diferentes fuerzas políticas están llamados a trabajar de manera coordinada y eficaz.

* Comentamos ayer apenas, en este mismo espacio, el cada vez más evidente hartazgo existente al más alto nivel de la jerarquía católica local, por el entorno de violencia e inseguridad prevaleciente. En Cuernavaca, encabezados por el obispo Manuel Castro y Castro, miles de morelenses dieron forma a la que no pocos calificaron como la más multitudinaria marcha de que se tenga memoria. Seguridad y paz fue el reclamo…¡nada más, pero nada menos!

Por Enrique Aranda