El subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Hugo López Gatell, ha reiterado en varias ocasiones que no es primordial vacunar contra COVID a los niños menores de 15 años, justifica que este sector de la población tiene menos probabilidades de sufrir complicaciones.

En conferencias de prensa ha detallado que conforme una persona tiene menos edad se va reduciendo el riesgo de complicaciones al adquirir el virus.

Aún con las justificaciones del subsecretario de Salud, la realidad es que el COVID-19 sí tiene a los niños bajo graves riesgos mortales y deben ser prioridad en el proceso de vacunación, advierten expertos epidemiólogos nacionales e internacionales.

Pues uno de los grandes miedos de esta pandemia ha sido el impacto del síndrome inflamatorio multisistémico asociado a COVID-19 (MIS-C; también conocido por las siglas PIMS o, en español, como SIM) se desarrolla en raras ocasiones, las secuelas de este en diferentes partes del organismo preocupada a los pediatras.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), desde el año pasado ha estado investigando casos del “síndrome inflamatorio multisistémico”, el cual se ha detectado varias semanas después en niños que contrajeron COVID

Según los médicos este síndrome causa síntomas provocados por la inflamación (irritación, dolor e hinchazón) en todo el cuerpo.

Entre los síntomas que desarrollan los menores de edad con este síndrome destacan los siguientes:

-fiebre

-dolor abdominal

-vómitos o diarrea

-una erupción en la piel

-dolor de cuello

-labios rojos y agrietados

-ojos rojos

-estar muy cansados

-manos o pies hinchados

-ganglios linfáticos inflamados

Según los expertos de la salud, los síntomas del síndrome inflamatorio multisistémico pueden ser similares a los causados por otras enfermedades, como la enfermedad de Kawasaki o el síndrome de shock tóxico.

El síndrome inflamatorio multisistémico es tratable y mejoraría en los niños luego de recibir tratamiento hospitalario, no obstante, algunos menores pueden presentar problemas duraderos y necesitar atención de especialistas después de regresar a casa.

La existencia de este síndrome es una de las razones por las que todos los niños menores de 15 años deben recibir la vacuna contra COVID, pues, aunque se desarrolla en raras ocasiones, las secuelas para un niño que lo contraiga resultan un calvario.