Los recientes escopetazos del PAN en la Cámara de Senadores, supuestamente dirigidos contra el gobierno del PRI, parecen llevar la intención de golpear al expresidente Felipe Calderón y a las aspiraciones de su esposa.

Los ánimos están calientes dentro de Acción Nacional en contra de Calderón y de Margarita Zavala, adelantada precandidata presidencial, y da la impresión de que los dardos lanzados en las comparecencias de Miguel Ángel Osorio Chong y Aurelio Nuño buscaban agitar las aguas contra su todavía compañero de partido. O contra ella.

Durante la comparecencia de Osorio Chong, los panistas sacaron pancartas que exigían justicia por el caso Ayotzinapa y durante días y semanas insistieron en solicitar una comisión especial de la OEA para aclarar esa masacre.

Ese golpe no sólo va contra Peña Nieto, sino de manera más contundente contra Felipe Calderón.

Lo es porque obliga a plantear la necesidad de que esos organismos internacionales aclaren la muerte de miles de mexicanos y de migrantes centroamericanos (ahí sí hay un filón internacional) que fueron enterrados en fosas comunes durante el sexenio anterior.

Las desapariciones forzadas y los cadáveres en fosas clandestinas encontradas durante la administración pasada, no fueron obra de Felipe Calderón, ni una directriz de su gobierno ni una orden del Estado, como lo pretendieron hacer creer miembros de partidos de izquierda y algunos académicos que promovieron juicios internacionales contra el entonces presidente.

Esas fosas comunes estaban llenas de cadáveres arrojados por el crimen organizado, y no por el gobierno de Calderón.

Lo mismo ocurrió en Iguala, donde grupos de narcotraficantes secuestraron y asesinaron a los normalistas, los quemaron y arrojaron sus restos al río San Juan.

¿Por qué el PAN en el Senado pide que sea una instancia internacional la que indague “la verdad” sobre Ayotzinapa y saca pancartas alusivas, cuando se sabe lo que ocurrió y hay 112 detenidos por ese horrendo crimen?

Ellos saben que Peña Nieto no tuvo que ver en la masacre, pero insisten en insinuar lo contrario. Tal argumentación lleva a la respuesta de que el presidente surgido de su partido, Felipe Calderón, no tuvo 43, sino miles de desaparecidos (que no lo fueron por orden suya).

Dos días después, en la comparecencia del secretario de Educación, los panistas le achacaron al actual gobierno “lentitud” en la aplicación de la reforma educativa.

Se trata de otro golpe para Felipe Calderón, pues obliga a recordar la alianza entre ese gobierno y el cacicazgo de Elba Esther Gordillo –hoy desmontado– que tuvo paralizado al sector educativo.

El actual gobierno tiene múltiples flancos débiles y la oposición cuenta ahí con una rica veta para golpear y cuestionar. Sin embargo, los senadores del PAN eligieron Ayotzinapa y la educación pública para hacerlo.

No es ineptitud. No es ingenuidad. Más bien parece fuego amigo contra el expresidente y las aspiraciones de su esposa.

Twitter: 
@PabloHiriart