¿Quién se atreverá a un Ensayo sobre la Estupidez como motor de la historia?

José Antonio Marina

Como las pesadillas reincidentes, ahí vienen de regreso. La CNTE moverá sus afanes al DF. Y su apuesta por la zona de confort, en la que se ha convertido su peregrinación con pagos, los maestros de la Coordinadora buscan defender su mediocridad infame. Lo suyo no es una batalla ideológica: es el terrorista mercado de la corrupción. Como la reforma (y la evaluación docente) pone en jaque su sistema de jerarquías, prebendas, compra y venta de plazas y su incapacidad para impartir la enseñanza, los maistros de la Sección 22 y similares están dispuestos a mandar un batallón de esbirros en defensa de la incompetencia. La constante de los maestros por obstaculizar todo lo que suene a progreso y a mejorar la calidad educativa. No les importa que este país esté en los últimos lugares en materia educativa a nivel global: sólo les interesa seguir cobrando por preservar su derecho a transmitir su ignorancia e incapacidad a los alumnos. Es su feudo, el de la estupidez.

La semana pasada, en una inesperada coincidencia con las amenazas del boicot electoral de la CNTE, la CETEG y demás, los medios criticamos la decisión de la SEP, la suspensión indefinida de la evaluación docente. Los maestros se movilizaron hasta que lograron que las autoridades se doblaran. Al menos (hoy lo sabemos) fue como una medida para garantizar la paz durante la jornada electoral. La CNTE se había colgado del movimiento de Ayotzinapa para encender más una coyuntura que se antojaba complicada.

Llegó el 7 de junio, y aunque el apocalipsis no fue como habían pronosticado —o como los maestros lo habían publicitado— se presentaron conflictos que llegaron a provocar la posible anulación de la elección en el municipio de Tixtla, donde se ubica la Normal Raúl Isidro Burgos. Pero la autoridad electoral tomó la decisión correcta: los comicios se llevaron a cabo, lo mismo en Iguala. Y quienes votaron tomaron su decisión. El voto como herramienta de castigo, la gubernatura de Guerrero, las alcaldías de Iguala y Tixtla pasaron de manos perredistas a priistas.

El lunes sabíamos que un juez ordenaba que se restituyera y respetara el calendario establecido por el INEE. Las declaraciones del secretario de Educación encendieron más las llamas de la consigna magisterial. Si no se conformaban con la suspensión del examen, no se calmarían con la orden del juez. Y así fue. Anunciaron que vienen a la capital y seguirán sus movilizaciones hasta que logren echar atrás la Reforma Educativa.

Peña Nieto ha declarado que nada se detiene. Los maestros serán evaluados y con base a sus resultados se decidirá su permanencia dentro de la planta docente. No es descabellado. Es la oportunidad que merece el país para mejorar las condiciones de la educación. No es sólo el subir en los ranks educativos del mundo, en los que el magisterio nos ha puesto en los últimos lugares, sino terminar con el clientelismo bajo el cual se mueve el Sindicato o la Coordinadora. Que la Sección 22, y el resto de las que incendian desde hace años a México, dejen de ser grupos que ejercen control sobre los mismos profesores, que deberían estar dedicados sólo a la impartición del conocimiento.

Es una buena noticia que la Reforma Educativa siga en marcha, no sólo garantizará que la educación pueda mejorar, sino que da el mensaje fuera de nuestras fronteras: que las otras reformas no corren riesgo de ser sometidas al terrorismo de los intereses de quienes no quieren verlas concretadas.