Solemos hablar de lo que va mal. Es importante hablar de lo que va mal: la baja productividad en el país, el bajo crecimiento, la informalidad, son temas que nos deben de preocupar. Sin embargo, también tenemos que ver lo que va bien. No porque sea dato curioso o únicamente como un contrapeso a las malas noticias. Hay que poder explicarlo para ver si es replicable.
México es uno de los países con mayor ingreso per cápita de Latinoamérica (el quinto, de acuerdo con datos del Banco Mundial ajustados por poder adquisitivo). Se han logrado avances importantes en los últimos años, pero siguen existiendo pobreza, desigualdad y disparidad regional. La disparidad regional es enorme. Sin duda, la disminución observada de la productividad durante los últimos 30 años –una disminución de 0.7 por ciento en promedio anual– frena el trayecto hacia un crecimiento sostenido y más homogéneo.

La organización México ¿cómo vamos? presentó la semana pasada un informe de las economías regionales que permite ver con claridad la enorme diferencia en el crecimiento de los diferentes estados del país. Con los últimos datos disponibles, vemos que Aguascalientes creció 11.3 por ciento y Campeche decreció 6.9 por ciento. La disparidad es colosal.
Algunos estados se han beneficiado de condiciones externas. El crecimiento de Aguascalientes estuvo impulsado por el sector manufacturero, concentrado en la producción de equipo de transporte, con la consecuente derrama a otros sectores económicos. El año pasado, por ejemplo, se puso en operación una planta armadora de origen japonés en este estado. La producción manufacturera creció 28.2 por ciento el año pasado, frente a 3.6 por ciento del promedio nacional. El empleo formal creció 6.0 por ciento y la actividad comercial 8.8 por ciento, ambos por encima del promedio nacional.

Querétaro retomó un buen ritmo al crecer más de 6.0 por ciento durante 2014. La producción manufacturera avanzó 8.4 por ciento, la construcción aumentó 13.2 por ciento. El empleo formal también creció por arriba de la media nacional. Guanajuato tiene circunstancias similares.
La región central del país se está especializando en los sectores automotor, aeronáutico y de tecnologías de información. Los estados que la conforman tienen en común que han sabido adaptar sus procesos para ser competitivos a nivel internacional y han sabido aprovechar los beneficios de la integración de las cadenas de abasto.

La competencia que han enfrentado los ha llevado a ser más eficientes y a adaptarse mas rápido a los cambios en la demanda.
Aguascalientes, Coahuila, Guanajuato, Querétaro han mejorado su productividad. La productividad laboral por hora trabajada en Querétaro aumentó de 873 a 976 pesos en el último año. La de Aguascalientes de 708 a 886.

Los datos del reporte Doing Business del Banco Mundial son ilustrativos. Se evalúa la posibilidad de hacer negocios a nivel estatal considerando la facilidad y eficiencia en los trámites relativos a abrir una empresa, obtener permisos de construcción, registro de la propiedad y cumplimiento de contratos. Aguascalientes se ubica en el segundo lugar de la tabla nacional, después de Colima y seguido por Guanajuato. Colima y Aguascalientes siguen la pauta de los constantes reformadores a nivel global, como Singapur, la economía mejor calificada para hacer negocios en el mundo.
En Guanajuato se necesitan 6.5 días para abrir una empresa. En Quintana Roo, siete semanas. El impacto de las simplificación en trámites para construir y transferir bienes raíces y la unificación de los registros de propiedad y de catastros han representado enormes avances en los estados que las han implementado. Las reformas que hay que seguir abarcan muchos ámbitos, desde simplificación en trámites hasta fortalecimiento del Estado de derecho.

No cabe duda que la eficiencia y la competencia impulsan la productividad y, en consecuencia, el crecimiento. Dicen que las buenas noticias también son noticia. No sólo deberían de ser noticia, deberían de ser un ejemplo a seguir.

Por: Valeria Moy
Twitter: @ValeriaMoy